jueves, 11 de noviembre de 2010

Cora, cora, coraza.

Yo te hablaba de tocar fondo,
Tú me contabas que los chicos del parque
corrían con barro en sus bolsillos.      
Yo no veía la luz,       
Tú me quemaste con la de aquella estrella.

Al fin y al cabo los dos hablábamos de escapar,
de dejar de mirar atrás.
                                                                                                       

Tú me demostraste que hay otras formas de actuar,
que no todos pensamos igual.
Que de cada historia eres tú quien escribe el final.

Aún quedaban en mi cabeza esencias de libertad,
huecos de ausencias, el pasado olor a sal.                    
Tú me enseñaste a pensar antes de actuar,
a sentir con la cabeza y a romper nuestra coraza
de los miedos infantiles...
de las cosas que nos hacen sentir bien. 

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