- He de ser sincera contigo. Tú y yo no podemos casarnos.
- ¿Por qué no?
- Pues, primero porque no soy rubia natural.
- No me importa.
- Y fumo, ¡fumo muchísimo!
- Me es igual.
- ¡Tengo un horrible pasado! Desde hace tres años estoy viviendo con un ex-presidiario.
- Te lo perdono.
- Nunca podré tener hijos.
- Los adoptaremos.
- No me comprendes… (se quita la peluca) soy un hombre.
- Bueno, nadie es perfecto.
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